Como parte de la residencia artística, los tatuadores participantes montarán una exposición en agosto próximo con algunos de sus diseños en papel que se contrapondrán con imágenes de cómo quedaron plasmados en la piel.
Los tatuajes salieron de los estudios y saltaron a un museo de la ciudad mexicana de Guadalajara, donde los tatuadores muestran sus diseños, las técnicas, trazos y elementos con los que pretenden que sus creaciones se consideren un arte.
“Está la música, está la pintura, está el cine. Creo que ahora el tatuaje se perfila también para ser un referente artístico como las artes antiguas. Lo veo como un lenguaje social, o sea, es algo que está en el contexto social y el arte siempre se rige por lo que está pasando en la sociedad”, dijo a EFE la tatuadora María Laura Leal.
Malala Leal, como es conocida, es una de las profesionales del tatuaje que participa en la residencia artística “Cartografiar la piel. Historia, prácticas y simbolismos del tatuaje”, convocada y auspiciada por el Museo de las Artes, en Guadalajara.
Por primera vez, este recinto dedicado al arte contemporáneo dedicará un espacio al tatuaje profesional para explorar esta técnica milenaria como una expresión artística.
“La mayoría de las personas están tatuadas, como que ya es algo que está en todos, también los museos, la sociedad ya lo ve como parte del entorno”, dijo Leal, perteneciente al estudio “Gracias Universe”.
Los creadores argumentan que en los tatuajes hay trazos, una perspectiva, una técnica y una combinación de colores que se unen y toman forma con el estilo de quien ejecuta la obra.
Aunque a diferencia del dibujo o la pintura, el lienzo donde todo se plasma no es un trozo de papel, sino la piel.
Es esta conjunción de elementos por la que muchas personas consideran al tatuaje un arte, pues se requiere conocimiento de las formas, las texturas, los contrastes y las líneas para un trabajo que valga la pena admirar, afirmó a EFE Jorge Morquecho, tatuador profesional.
“Qué es arte o qué no es arte es una pregunta muy subjetiva. Yo me atrevo a decir que sí, que el tatuaje para mí es un arte. Va a depender de cada tatuador, se va más al trasfondo en sentimientos, en diseño, si quieren plasmar algo o si tal vez solamente disfruta el proceso”, aseguró.
Los tatuajes son imágenes que cualquier persona puede admirar sin ir a un museo.
La piel es portadora de las formas más simples o de complejos diseños.
La técnica importa tanto como la historia detrás de cada imagen, que puede simbolizar desde un suceso en la vida del portador, un adorno que refleje su personalidad o un símbolo que representa alguna de las cosas de la vida cotidiana que le gustan.
“La forma de ejecutar el tatuaje y la técnica de realización es lo primero. Tú te das cuenta en las líneas si es un buen tatuaje, a veces la historia o lo que quieras representar, pues es simbólico. Un buen tatuaje puede ser la forma de ejecutarlo, pero también puede ser la historia que tengas a través de él”, aseguró Malala Leal.
Esta disciplina tiene una particularidad, que es que las personas son quienes ceden un trozo de su piel para que los tatuadores plasmen su arte y crean un vínculo entre ambos, dijo Morquecho.
“De lo más difícil, creo, es entender la piel humana. Hay tatuadores que vienen con experiencia previa de dibujo o pintura, pero por más que traigas estos aprendizajes y le agarres a la máquina, te toca entender tu lienzo. Con una hoja entiendes ciertas texturas y cómo funciona, pero con la piel es como si hubiera 100.000 lienzos diferentes”,expresó.
Como parte de la residencia artística, los tatuadores participantes montarán una exposición en agosto próximo con algunos de sus diseños en papel que se contrapondrán con imágenes de cómo quedaron plasmados en la piel.
También los tres estudios participantes abrirán sus puertas para que el público conozca el proceso de creación, técnicas y estilo.
(EFE)